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07 febrero 2010

H: donde rendir cuentas es utopía

Imagen tomada del blog Victorzurdo

La actriz hondureña Asunción Reyes se casó con el magnate rumano Hermes Popescu. Ella, que amaba a su patria, le propuso que invirtiera en su pequeño país. Una Navidad Asunción tuvo la idea de que su marido construyera un metro como el de París en Tegucigalpa. Durante una cena con el presidente de Honduras Popescu se comprometió a construirlo. El proyecto arrancó. Se inauguraron fábricas de cemento y se firmaron contratos con empresas extranjeras. Ganó dinero el presidente, algunos ministros y secretarios. Pero Popescu se divorció de Asunción y el metro quedó en el olvido.

Esto es paráfrasis de un fragmento de la novela 2666 del escritor chileno -fallecido en 2003- Roberto Bolaño. Este autor nos muestra la fragil frontera entre realidad y ficción. Y aunque partimos de la mera ficción, podríamos preguntar dónde queda el acto de rendir cuentas.

En Honduras vivimos del anhelo, de la esperanza, del continúo esperar tiempos mejores. Cada cuatro años los tres poderes del estado reciben a sus nuevos huespedes. Y el pueblo imagina un país donde mandatarios, magistrados, diputados, alcaldes, fiscales, policías y quizá hasta conserjes rindan cuentas. Parece un anhelo imprudente en un país donde la corrupción pasea libre y soberana.

Jorge Camil, columnista del diario mexicano La Jornada, escribió en su artículo del viernes cinco de febrero: “Sin rendición de cuentas la democracia se reduce a un sistema hueco, en el que acudimos a las urnas mecánicamente para depositar boletas electorales, con la triste consolación de que siempre podremos regresar a depositar un insignificante ‘voto de castigo’. Creo que es válido decir: ‘dime cómo funciona tu sistema de rendición de cuentas y te diré qué clase de democracia eres’”.

Ahora esperamos el trabajo de una Comisión de la Verdad que, ojalá, no quede en una simple comisión de verdad.

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