Imagen tomada de www.allanmcdonald.com/
Muchos artistas, por ejemplo los caricaturistas, representan a Honduras como una dama. La mayoría de las veces con ropas raídas, y su cuerpo desnutrido y su semblante sufrido. Es común ver a nuestra nación como una mujer ultrajada, violada por sus propios hijos. Vaya desmadre.
Pero esta dama centroamericana es cuna de grandes actores y actrices. Ninguno necesita de Hollywood o Bollywood para hacer rentable su habilidad actoral. Y así como el maestro de Belén supo multiplicar panes y peces, los actores y actrices de estas honduras guardan el secreto para multiplicar desplumados indios y hasta verdes papelitos del país más grande de Norteamérica.
Asumen cualquier personalidad. Tienen la habilidad del camaleón: son expertos en mezclar rojo, verde, azul, amarillo u otros colores. Se transmutan de acuerdo al guión y bailan al son de la banda sonora de la oportuna ocasión. Saben alinearse y alienarse. Los observamos todos los días. Sabemos quiénes son, sus nombres van de la A hasta la Z. Y como los grandes del cine extranjero, también en torno a ellos y ellas se levanta una bruma de chismes. Pero sus travesuras en raras ocasiones suben a la balanza de la dama de ojos vendados y espada en mano.
Y usurpando el habla del viejo caballero destructor de molinos de viento, estos susodichos son la jauría facedora de los entuertos que mantienen al borde del colapso a la enjuta señora del Centro de América. Sin embargo, ellos y ellas han permitido que este país tercermundista -y sólo dos veces mundialista- aparezca, no tan orgullosa, entre los siete países más corruptos de América Latina, según informe de Transparencia Internacional. Aún así, la madre patria cobija a sus ingratos vástagos. ¿Hasta cuándo seguirán siendo protagonistas de la historia de Honduras?
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