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07 marzo 2010

La película de siempre

Foto: Guilmor García

Esta noche, el teatro Kodak de Los ángeles, California, albergará a la crema y nata del cine, desde el representado por las grandes compañías hasta el independiente. La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas entregará los preciados Oscar a los diferentes nominados en las 24 categorías.

El Oscar es el máximo reconocimiento para directores, actrices, actores, guionistas y demás profesionales involucrados en la industria cinematográfica. Y claro, todo ser humano busca y disfruta el reconocimiento. Sicólogos como el estadounidense Abraham Maslow han teorizado acerca de las necesidades de las personas, es autor de la teoría sobre la motivación humana denominada “Jerarquía de necesidades de Maslow”. El reconocimiento aparece en el cuarto escalón de la pirámide, de cinco, para que una persona se sienta satisfecha de su vida. Antes de llegar a ese nivel debe saciar importantes necesidades como alimentación, sexo, salud, educación, empleo, propiedad privada y afiliación.

Pero mientras los famosos cruzan los dedos para llenar su ego con el brillo de la famosa estatuilla y reafirmar su éxito, nosotros, los habitantes de esta Honduras, “zocamos” para que la comunidad internacional reconozca de una vez por todas a las autoridades presididas por Porfirio Lobo, el nuevo director de esta película que, históricamente, siempre facilita jugosos premios a unos pocos, a quienes saben colarse entre los grandes, derrochar verborrea y sentarse en puestos estratégicos.

Ya la señora Hillary Clinton dijo que Estados Unidos reconoce a Lobo y, para probarlo, aseguró el desembolso de más de 31 millones de dólares. También el Fondo Monetario Internacional, FMI, aflojará más de 160 millones. Pero, ¿esos dineros ayudarán para que los de a pie vean satisfechas sus necesidades básicas? Quizá la utopía continúe.

23 febrero 2010

Actores y actrices en H

Imagen tomada de www.allanmcdonald.com/

Muchos artistas, por ejemplo los caricaturistas, representan a Honduras como una dama. La mayoría de las veces con ropas raídas, y su cuerpo desnutrido y su semblante sufrido. Es común ver a nuestra nación como una mujer ultrajada, violada por sus propios hijos. Vaya desmadre.

Pero esta dama centroamericana es cuna de grandes actores y actrices. Ninguno necesita de Hollywood o Bollywood para hacer rentable su habilidad actoral. Y así como el maestro de Belén supo multiplicar panes y peces, los actores y actrices de estas honduras guardan el secreto para multiplicar desplumados indios y hasta verdes papelitos del país más grande de Norteamérica.

Asumen cualquier personalidad. Tienen la habilidad del camaleón: son expertos en mezclar rojo, verde, azul, amarillo u otros colores. Se transmutan de acuerdo al guión y bailan al son de la banda sonora de la oportuna ocasión. Saben alinearse y alienarse. Los observamos todos los días. Sabemos quiénes son, sus nombres van de la A hasta la Z. Y como los grandes del cine extranjero, también en torno a ellos y ellas se levanta una bruma de chismes. Pero sus travesuras en raras ocasiones suben a la balanza de la dama de ojos vendados y espada en mano.

Y usurpando el habla del viejo caballero destructor de molinos de viento, estos susodichos son la jauría facedora de los entuertos que mantienen al borde del colapso a la enjuta señora del Centro de América. Sin embargo, ellos y ellas han permitido que este país tercermundista -y sólo dos veces mundialista- aparezca, no tan orgullosa, entre los siete países más corruptos de América Latina, según informe de Transparencia Internacional. Aún así, la madre patria cobija a sus ingratos vástagos. ¿Hasta cuándo seguirán siendo protagonistas de la historia de Honduras?

07 febrero 2010

H: donde rendir cuentas es utopía

Imagen tomada del blog Victorzurdo

La actriz hondureña Asunción Reyes se casó con el magnate rumano Hermes Popescu. Ella, que amaba a su patria, le propuso que invirtiera en su pequeño país. Una Navidad Asunción tuvo la idea de que su marido construyera un metro como el de París en Tegucigalpa. Durante una cena con el presidente de Honduras Popescu se comprometió a construirlo. El proyecto arrancó. Se inauguraron fábricas de cemento y se firmaron contratos con empresas extranjeras. Ganó dinero el presidente, algunos ministros y secretarios. Pero Popescu se divorció de Asunción y el metro quedó en el olvido.

Esto es paráfrasis de un fragmento de la novela 2666 del escritor chileno -fallecido en 2003- Roberto Bolaño. Este autor nos muestra la fragil frontera entre realidad y ficción. Y aunque partimos de la mera ficción, podríamos preguntar dónde queda el acto de rendir cuentas.

En Honduras vivimos del anhelo, de la esperanza, del continúo esperar tiempos mejores. Cada cuatro años los tres poderes del estado reciben a sus nuevos huespedes. Y el pueblo imagina un país donde mandatarios, magistrados, diputados, alcaldes, fiscales, policías y quizá hasta conserjes rindan cuentas. Parece un anhelo imprudente en un país donde la corrupción pasea libre y soberana.

Jorge Camil, columnista del diario mexicano La Jornada, escribió en su artículo del viernes cinco de febrero: “Sin rendición de cuentas la democracia se reduce a un sistema hueco, en el que acudimos a las urnas mecánicamente para depositar boletas electorales, con la triste consolación de que siempre podremos regresar a depositar un insignificante ‘voto de castigo’. Creo que es válido decir: ‘dime cómo funciona tu sistema de rendición de cuentas y te diré qué clase de democracia eres’”.

Ahora esperamos el trabajo de una Comisión de la Verdad que, ojalá, no quede en una simple comisión de verdad.

31 enero 2010

Una balsa de piedra para Haití

Portada de la edición especial que publicará Alfaguara

La mayoría de los haitianos, y también hondureños, quizá nunca se han sumergido en las ficciones del escritor portugués José Saramago, Nobel de Literatura 1998. Sin embargo, este hombre de letras no cierra sus ojos ante la tragedia humana sufrida por los haitianos. Demuestra su compromiso con las causas justas, conste que no necesita publicidad, pues es ya un escritor consagrado.

Por los sobrevivientes del terremoto en Haití, el luso renuncia a sus derechos de autor para que las editoriales Alfaguara y Caminho publiquen una edición especial de su novela “La balsa de piedra”. No es la primera vez que Saramago ayuda a las víctimas de tragedias naturales. En 1999 abanderó una iniciativa similar con “El cuento de la isla desconocida” para ayudar a los damnificados por el huracán Mitch en Centroamérica.

En su blog, El cuaderno de Saramago, anota: “Si alcanzáramos un millón de ejemplares (el sueño es libre) serían 15 millones de euros de ayuda. Para la calamidad que ha caído sobre Haití 15 millones de euros no es nada más que una gota de agua, pero como ‘La balsa de piedra’ será publicada, además de en Portugal, en España y en el mundo hispánico, ¿quién sabe lo que podrá suceder?”.

“La balsa de piedra” aparece 24 años después en edición especial y su portada -en letras negras y rojas- dice: “Una balsa de piedra camino de Haiti”. Mientras en la parte inferior una masa de personas alzan su mirada y sus manos en actitud desesperada. La Cruz Roja Internacional recibirá los fondos y será la encargada de beneficiar a los sobrevivientes del terremoto. Los lectores de la otra H, Honduras, y si los libreros locales traen la novela, podrán sumarse a esta cruzada encabezada por el casi nonagenario Saramago, quien nos invita a viajar en su balsa de piedra y socorrer al pueblo haitiano.