Foto: Guilmor García
Esta noche, el teatro Kodak de Los ángeles, California, albergará a la crema y nata del cine, desde el representado por las grandes compañías hasta el independiente. La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas entregará los preciados Oscar a los diferentes nominados en las 24 categorías.
El Oscar es el máximo reconocimiento para directores, actrices, actores, guionistas y demás profesionales involucrados en la industria cinematográfica. Y claro, todo ser humano busca y disfruta el reconocimiento. Sicólogos como el estadounidense Abraham Maslow han teorizado acerca de las necesidades de las personas, es autor de la teoría sobre la motivación humana denominada “Jerarquía de necesidades de Maslow”. El reconocimiento aparece en el cuarto escalón de la pirámide, de cinco, para que una persona se sienta satisfecha de su vida. Antes de llegar a ese nivel debe saciar importantes necesidades como alimentación, sexo, salud, educación, empleo, propiedad privada y afiliación.
Pero mientras los famosos cruzan los dedos para llenar su ego con el brillo de la famosa estatuilla y reafirmar su éxito, nosotros, los habitantes de esta Honduras, “zocamos” para que la comunidad internacional reconozca de una vez por todas a las autoridades presididas por Porfirio Lobo, el nuevo director de esta película que, históricamente, siempre facilita jugosos premios a unos pocos, a quienes saben colarse entre los grandes, derrochar verborrea y sentarse en puestos estratégicos.
Ya la señora Hillary Clinton dijo que Estados Unidos reconoce a Lobo y, para probarlo, aseguró el desembolso de más de 31 millones de dólares. También el Fondo Monetario Internacional, FMI, aflojará más de 160 millones. Pero, ¿esos dineros ayudarán para que los de a pie vean satisfechas sus necesidades básicas? Quizá la utopía continúe.